CÓMO CONVERTIR AL OSASUNA EN EL MILAN
EL GRANDE DE ANDALUCÍA NO SOLO DEBE SERLO, SINO PARECERLO.
A los cándidos de alma que dicen que jugar bien no importa, que lo que importa es ganar, sin darse cuenta de que si no se juega bien, lo más probable es que se pierda, aunque a veces se gane. Y llevan diciéndolo desde sus atalayas mediáticas años ya y no se dan cuenta, tropezando una y otra vez con la misma piedra… sin fin.
El sevillista es orgulloso, algo que algunos confunden con prepotencia, y me gusta que en su infinita ignorancia me llamen prepotente, porque mi prepotencia es sevillista, algo que solo lo es el que puede serlo. Enteraos, seres del universo.
Jamás pité a mi equipo. Nunca. Pero debo soportar, como muchos, que al sevillista que es crítico en su idiosincrasia y que llevó a este Club a ser lo que es, entre otras causas, hoy le insulten llamándolo como poco pitador. Son esos que ahora aprovechan las circunstancias sibilinamente para infligir una especie de complejo de culpabilidad de fondo con el tema de entrenadores del pasado. Graníticos castradores del alma blanquiroja.
Y dejando claro estos conceptos que son inherentes al sevillismo en su ser más profundo, sabiendo que siempre fue así porque he tenido oportunidad de estudiar este más que siglo de vida del grande de Andalucía, llega el momento de analizar este “rosario de la aurora” en que se ha convertido este andar del equipo en los últimos tiempos.
No soy especialmente crítico con el actual Consejo de dirección. Entiendo que aunque lo único importante es el escudo, la bandera y la afición, el actual presidente, al que desde hace algún tiempo oigo decir a algunos que debe dimitir, es pieza fundamental en el Sevilla FC moderno. Y no es que lo diga yo, es que los resultados están ahí en años pasados.
Pero hace mucho que hablo de cambio de ciclo, también aquí , y aquí, y esto no es algo de lo que haya que ser especialistas para darse cuenta, yo no lo soy, pero el toro nos ha cogido y bien.
Y hoy sufrimos las consecuencias de una planificación de la temporada que no ha salido como debía, porque además el Sevilla FC ha adquirido un estatus dentro del panorama futbolístico español que no le permite dar la imagen tan penosa que estamos dando.
Hay quien prefiere consolarse diciendo que no nos acordamos de las penurias pasadas, precisamente de aquellos a los que se les llena la boca hablando del Grande de Andalucía. Si somos el Grande de Andalucía, que los somos y siempre lo fuimos, no podemos arrastrarnos por esos campos de dios de la forma en que lo hacemos. No podéis contradeciros permanentemente. Yo prefiero acordarme del Sevilla grande, que siempre lo fue, que lo es ahora, aunque pasase sus penurias en determinados momentos.
Un madridista no concibe a su club siendo subcampeón de Liga, ni un culé. Así como un valencianista no concibe que no alcanzará la Champions. Como sevillista no concibo la Europa League como un conformismo al que parece que estamos condenados esta temporada. Déjenme ser sevillista, déjenme mi orgullo, prepotencia si lo prefieren.
Exijo que mi equipo, el de mi Club, además de ser el Grande de Andalucía, parezca que lo es.
La imagen que hemos dado ante el Osasuna ha sido penosa, como con muchos equipos pequeños esta temporada que hemos hecho parecer el Bayern de Munich o el mismísimo Milan. Exijo que mi equipo, el de mi Club, además de ser el Grande de Andalucía, parezca que lo es.
El fracaso de no entrar en Champions este año tan solo es comparable con que el Madrid no haya conseguido ser campeón de Liga y sus aficionados tienen todo el derecho a ser críticos con su club y yo lo soy con el mío.
Corrijan esto cuanto antes, que acabe la temporada lo más alto posible, pero con la cabeza alta, muy alta. Somos lo que somos. Somos el sevillismo, no os olvidéis.
0 comentarios :
Publicar un comentario